Sobre mí,
Mi nombre es Marcus Schroeder y soy pastelero apasionado por vocación. De origen alemán, afincado en Madrid, trabajo para marcar la diferencia ofreciendo alta pastelería de manera personal.
Mi primer contacto con la pastelería fue de niño en casa de mi abuela. Desde temprana hora se podían oler los dulces aromas subiendo por la escalera cuando ni siquiera nos habíamos
despertado. Allí fraguo mi pasión por la pastelería, de ella aprendí que la comida es sagrada y la pastelería el máximo homenaje a la comida. Al vivir en una granja siempre utilizaba producto fresco y de gran calidad. Además le ponía amor, el ingrediente especial que hacia que sus creaciones hiciesen las delicias de quienes lo probaban.
Mas tarde decidí hacerme cocinero, estudié un grado superior de restauración en San Sebastián y empecé a trabajar como cocinero de postres en diferentes restaurantes de la zona. Trabajé en hoteles, restaurantes, sidrerías y también en la parte vieja de San Sebastián, casi siempre en el puesto de repostería. Fueron años donde aprendí la diferencia entre un cocinero y un asalariado que prepara comida. Después de más de diez años por la zona de San Sebastián decidí moverme a la zona de Cataluña. Ya se veía venir que lo mío tiraba a lo dulce por lo que acepté un trabajo como jefe de pastelería en un Hotel de 4 estrellas. La experiencia fue tan gratificante que decidí especializarme en alta pastelería.
Para ello opté por el más grande de todos, siendo mi profesor el maestro pastelero Paco Torreblanca. No fue una época fácil, pues todavía me quedaba mucho por aprender. Durante mi estancia aprendí que la alta pastelería es un lujo. La materia prima es la base del producto, su calidad debe ser alta y su respeto en la elaboración conservará sus propiedades. Mi mayor lección con el maestro Torreblanca fue el trato al producto, debe mimarse al máximo, como si se de un bebé se tratara. Del mismo modo la exactitud y la concentración en la elaboración de un dulce deben de ser máximas y la ejecución al pie de la letra.
De vuelta a San Sebastián y después de trabajar para varias pastelerías decidí cumplir con un sueño que arrastraba desde hace ya unos años, fundar mi propia pastelería. Cuando todo parecía planeado nuestra dio un giro que acabo por llevarme a la zona de Madrid. Tras unos años conociendo la zona y diferentes pastelerías, por fin di con el sitio adecuado, la colonia en Torrelodones.
Mi primer contacto con la pastelería fue de niño en casa de mi abuela. Desde temprana hora se podían oler los dulces aromas subiendo por la escalera cuando ni siquiera nos habíamos
despertado. Allí fraguo mi pasión por la pastelería, de ella aprendí que la comida es sagrada y la pastelería el máximo homenaje a la comida. Al vivir en una granja siempre utilizaba producto fresco y de gran calidad. Además le ponía amor, el ingrediente especial que hacia que sus creaciones hiciesen las delicias de quienes lo probaban.
Mas tarde decidí hacerme cocinero, estudié un grado superior de restauración en San Sebastián y empecé a trabajar como cocinero de postres en diferentes restaurantes de la zona. Trabajé en hoteles, restaurantes, sidrerías y también en la parte vieja de San Sebastián, casi siempre en el puesto de repostería. Fueron años donde aprendí la diferencia entre un cocinero y un asalariado que prepara comida. Después de más de diez años por la zona de San Sebastián decidí moverme a la zona de Cataluña. Ya se veía venir que lo mío tiraba a lo dulce por lo que acepté un trabajo como jefe de pastelería en un Hotel de 4 estrellas. La experiencia fue tan gratificante que decidí especializarme en alta pastelería.
Para ello opté por el más grande de todos, siendo mi profesor el maestro pastelero Paco Torreblanca. No fue una época fácil, pues todavía me quedaba mucho por aprender. Durante mi estancia aprendí que la alta pastelería es un lujo. La materia prima es la base del producto, su calidad debe ser alta y su respeto en la elaboración conservará sus propiedades. Mi mayor lección con el maestro Torreblanca fue el trato al producto, debe mimarse al máximo, como si se de un bebé se tratara. Del mismo modo la exactitud y la concentración en la elaboración de un dulce deben de ser máximas y la ejecución al pie de la letra.
De vuelta a San Sebastián y después de trabajar para varias pastelerías decidí cumplir con un sueño que arrastraba desde hace ya unos años, fundar mi propia pastelería. Cuando todo parecía planeado nuestra dio un giro que acabo por llevarme a la zona de Madrid. Tras unos años conociendo la zona y diferentes pastelerías, por fin di con el sitio adecuado, la colonia en Torrelodones.
Mi filosofía de trabajo
El objetivo de mi trabajo es la creación artesanal de productos varios de pastelería.
Trabajo para asegurar un producto único, fresco y afinado. La pastelería artesanal difiere en gran medida del producto de la pastelería industrial. En mis creaciones no encontrará conservantes, mejorantes o potenciadores de sabor. Solo encontrará productos naturales, selectos y de gran calidad. El mimo y el respeto que dedico a mi materia prima es total. La idea no es vender cantidad, es vender un producto único y exclusivo, de alta calidad, creado en su momento para ser degustado en los días siguientes, asegurando así todo el sabor y frescura de sus ingredientes.
Trabajo para asegurar un producto único, fresco y afinado. La pastelería artesanal difiere en gran medida del producto de la pastelería industrial. En mis creaciones no encontrará conservantes, mejorantes o potenciadores de sabor. Solo encontrará productos naturales, selectos y de gran calidad. El mimo y el respeto que dedico a mi materia prima es total. La idea no es vender cantidad, es vender un producto único y exclusivo, de alta calidad, creado en su momento para ser degustado en los días siguientes, asegurando así todo el sabor y frescura de sus ingredientes.